Alguno de nosotros estamos familiarizados con lo escrito en estos versos:
"Por la falta de un clavo, se perdió la herradura,
por la falta de una herradura, se perdió un caballo,
por la falta de un caballo, se perdió un jinete,
por la fatla de un jinete, se perdió la batalla,
y al perderse la batalla, se perdió un reino.
Y todo por la falta de un clavo".
Estos versos, escritos desde la Edad Media, muestran la importancia que tienen las cosas que a la vista del ser humano parecen insignificantes, pero que independientemente de su tamaño, son elementos indispensable para el sistema en la cual pertenecen. Incluso DC Comics, publicó una historieta llamada "El Clavo", sobre una realidad alternativa en donde Superman no existe, debido a que los padres de Clark Kent no descubren la nave del bebé kriptoniano por arreglar la ponchadura de una llanta con un clavo. Esto lleva a una serie de eventos desafortunados, como la ruptura de La Liga de la Justicia y la muerte de algunos superhéroes.
Pero eso no pasa en las historietas o ficción. El accidente del transbordador espacial Challenger, acontecido en 1986, fue por causa de unos sellos de plástico en los tanques de combustible que se endurecieron por el frío, impidiendo que asentaran correctamente y provocaron una fuga con explosión que terminó con la vida de 7 personas, y millones de dólares en inversión y desarrollo.
Estos ejemplos dan talla del papel importante y esencial que desempeñan los componentes o materiales que parecen insignificantes, que sin embargo, no lo son. Para que un sistema sea óptimo y actúe de manera correcta, todos sus componentes (desde el más pequeño hasta el más grande) deben estar presentes y desempeñarse de acuerdo a su función. Piense en el tornillo que fija correctamente las balatas de los frenos de su automóvil, o el pequeño sensor que envía la señal de choque cuando hay un accidente que permite la activación de las bolsas de aire.
En esta era globalizada y de avances tecnológicos, donde impera la llamada Revolución Industrial 4.0, es muy fácil para un fabricante el olvidarse del papel que desempeña un pequeñísimo componente. Así es que la próxima vez que ocurra algún accidente, un desperfecto, o un sistema tuvo una falla, piense si la causa fue algo insignificante. A lo mejor la culpa la tuvo "un clavo".
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